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Esto lo escribí en otra vida, en des tenebres.

Caminé hacia el sol, por todos los poros abiertos
sin esa necesidad de sudor, sin el hambre de atracción
volaba en círculos eternos.

Saludaba a cada paso a esos triangulos imperfectos que formaban los conejos,
dinamitaba las hojas,
ganaba en sus azules de neptuno.

Siempre gana, ella tiene los codos puntiagudos,

como las hadas.

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