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Suave en el ocaso
él mira desde la pared,
le hacemos caso,
enredados en un mórbido sentir
giramos por el techo
vemos las grullas sonreír.

Luciérnagas disfrazadas en un postre
Caminos que conducen por un bosque
al principio de la suma entre los dos.

Sonrisas que se llevan la ceniza
enfermos religiosos de esta misa
para dos.


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